Es un temor cariñoso que nos inspira el gran Amor que nuestra Alma le profesa al Padre y por lo cual no desea ofender a Dios bajo ningún concepto.
Es el don que hace que nos apartemos de cualquier oportunidad de ofender a Dios en palabra y obra.
Este don es el que hacía estallar en lágrimas a los Santos cuando cometían alguna falta.
Este don fue el que hizo que el Rey David odiara tanto la falta que había cometido. Este fue el don que convirtió a María Magdalena.